después pase con el vendedor de Amnesia
y le pedí que me diera un kilo de ausencia fresca,
y dos cuartos de melancolía
envueltos en un pedazo de locura para regalo;
para tomar me compre un litro de la mejor soledad que había,
y unos cigarrillos de tristeza.
También compre un pastel de dolor
con trocitos de depresión...
y entonces sentí lo mismo que tu.
Cuando en la cena nadie lloro tu partida.